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18 junio 2025
En un sistema de riego, la presión del agua es un elemento crucial para su correcto funcionamiento. Si hay demasiada presión, existe un alto riesgo de rotura del sistema. Si, por el contrario, la presión es insuficiente, el agua no llega a donde se necesita. En ambos casos, el resultado es un riego ineficaz y un desperdicio de recursos.
En este artículo veremos cómo identificar los problemas de presión del agua, entender sus causas y resolverlos con soluciones prácticas.
La presión del agua se mide en bares e indica la fuerza con la que el agua circula por las tuberías, permitiendo que el caudal llegue correctamente a los emisores. Existen dos tipos de presión: la presión estática, que se mide con el sistema cerrado (sin consumo de agua), y la presión dinámica, que es la presión real durante el funcionamiento del sistema.
Si la presión no es adecuada, el sistema no funciona correctamente. Por eso es fundamental diseñarla, medirla y gestionarla con precisión.
Es importante reconocer los signos de un problema de presión antes de que la situación empeore. Puedes notar que los goteros apenas sueltan agua, que los aspersores no se elevan del todo o se quedan inmóviles. A veces el chorro de agua es débil, intermitente o completamente desfasado, y no es raro ver tuberías que revientan o empiezan a perder agua. También pueden escucharse ruidos extraños, como golpes secos, silbidos o sonidos metálicos.
Estos síntomas indican un problema en el origen. La buena noticia es que, en muchos casos, se pueden solucionar con intervenciones específicas.
Si notas que el agua llega con poca fuerza, las causas pueden ser diversas. Por ejemplo, las tuberías pueden ser demasiado estrechas o demasiado largas, lo que genera una resistencia que ralentiza el flujo. También puede haber fugas o conexiones mal ajustadas a lo largo de la línea, lo que provoca pérdidas de agua. Otra causa habitual son las obstrucciones por cal, arena u otros residuos que se acumulan y bloquean el paso. No hay que olvidar las válvulas o grifos que pueden estar solo parcialmente abiertos, limitando el caudal.
Por último, puede que la presión de entrada no sea suficiente, ya sea porque la red de suministro es débil o porque la bomba es demasiado pequeña. Y si activas demasiadas zonas a la vez, la presión se reparte y disminuye.
Si tu sistema tiene poca presión, el primer paso es hacer una revisión: comprueba que no haya fugas, dobleces u obstrucciones en las tuberías que ralenticen el flujo. Si la red de suministro es débil, la instalación de una bomba de refuerzo es una solución eficaz para aumentar la presión disponible.
Otra medida útil es dividir el sistema en varias zonas, para que no se activen todas a la vez y así evitar que la presión se disperse. Si las tuberías son demasiado estrechas, sustitúyelas por otras de mayor diámetro, que permitan un mejor paso del agua.
Y no olvides los goteros autocompensantes: funcionan correctamente incluso con presiones bajas.
Una presión excesiva también puede poner en riesgo el sistema. Suele ocurrir cuando las bombas son demasiado potentes y no hay una regulación adecuada. Si además falta una válvula reductora de presión, el sistema no tiene forma de mantener el control.
A veces es la propia red de suministro la que llega con una presión demasiado alta, lo que somete a las tuberías y componentes a un gran estrés. Por último, si el sistema está instalado en terrenos con grandes desniveles, la presión puede aumentar de forma natural en las zonas más bajas, con riesgo de daños.
Si el agua llega con demasiada fuerza, puedes actuar con algunas medidas sencillas. Por ejemplo, puedes instalar reguladores de presión en la entrada del sistema o directamente en cada zona, para mantener todo bajo control. En el mercado existen modelos prácticos y ya calibrados, como el reductor de presión HB, diseñado específicamente para riego por goteo, líneas con tubo poroso y pequeños sistemas en terrazas.
Muchas electroválvulas ya incorporan válvulas reductoras, lo que representa una solución eficaz para evitar variaciones bruscas de presión. Tampoco hay que subestimar las válvulas de purga, que ayudan a prevenir los molestos golpes de ariete, esos ruidos secos que sobresaltan.
Por último, elige siempre componentes diseñados para las presiones reales de tu instalación, para que el sistema funcione sin sobresaltos. ¿Ni siquiera 1 bar a la vista? Entonces una centralita de grifo como nuestra Zero Pressure puede ser la solución ideal.
Revisar la presión una vez al año no es suficiente. Un sistema eficiente debe ser supervisado y mantenido con regularidad. Recuerda limpiar los filtros y los goteros. Verifica la calibración de válvulas y reguladores. Controla posibles caídas de caudal o picos de presión.
Un sistema de riego solo funciona bien si la presión es la adecuada. Mídela, analiza los síntomas y actúa con las soluciones adecuadas. Tener el control de la presión significa ahorrar agua, proteger los componentes y garantizar resultados uniformes. Y si no sabes por dónde empezar, contacta con nuestros expertos en riego.
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